jueves, 15 de abril de 2010

Petróleo bajo sus pies

Pero puedo ilustrar mejor mi propósito relatando un hecho que se produjo en mi casa, en Pensilvania. Si yo amaba algo, por sobretodo era, estar en un estrado, tener ante mí un auditorio de Alemanes de Pensilvania al cual dirigirme.

Había un hombre en Pensilvania, como tantos otros que allí poseían un terreno agrícola y que había hecho exactamente lo que yo hubiera hecho si hubiera tenido una posesión de estas en tal lugar: la había vendido. Pero, antes de venderla, había decidido asegurar su futuro recolectando petróleo para su primo. Este trabajaba en el sector canadiense, aquel que fue el primero en descubrir petróleo en el continente americano; en esa época en que se extraía de los ríos. Así pues, este agricultor de Pensilvania escribió a su primo para pedirle trabajo. Como ves, amigo mío, este agricultor no era idiota. Él no había abandonado sus tierras sin tener antes otras cosa qué hacer. Entre todos los correcaminos del mundo, no conozco peor tonto que aquel que abandona su trabajo sin antes tener otro.

Es particularmente el caso en mi profesión, pero no es el caso para un hombre que busca divorciarse. Cuando escribió a su primo para pedirle trabajo, aquel le respondió:

No puedo contratarte pues tu no conoces nada de la industria del petróleo.

Y bien, se dijo el viejo agricultor,

aprenderé.

Y con un ímpetu de los más loables, se pudo a aprender sobre el tema.

Comienza por el segundo día de la creación, época en que el mundo estaba
siendo recubierto por una espesa y abundante vegetación tal que, desde entonces, se ha transformado en las primitivas minas de carbón. Estudia el tema y descubre que el petróleo es una mezcla en la que coexisten en fases; sólida, liquida y gas, compuestos denominados hidrocarburos, constituidos por átomos de carbono e hidrogeno y pequeñas proporciones de hetero-compuestos con presencia de nitrógeno, azufre, oxígeno y algunos
metales, ocurriendo en forma natural en depósitos de roca sedimentaria. Que su color varía entre ámbar y negro. Y que la palabra petróleo significa aceite de piedra. Él estudia tanto que llega a conocer su olor, su gusto y sabe como refinarlo. Enseguida le escribe a su primo: “comprendo la industria del petróleo”. Su primo le responde. “Muy bien, vente”.
Ahora, vende sus terrenos, los que, según los archivos del condado, le reportan el equivalente a casi exactamente a 8330 euros. El nuevo propietario decide dedicarse a producir pasto para la alimentación de animales. Descubre que el anciano propietario, años antes, había dejado una plancha atravesada sobre un río que corría atrás del establo. El
borde de esta plancha se adentraba algunos centímetros en el agua. Así dispuesta la plancha sobre el río, cumplía la función de que los animales no pasaran al otro lado del río.

El hombre que había partido para Canadá, había recogido así, durante 23 años, torrentes de aceite de piedra que, según declaraciones de geólogos, del estado de Pensilvania, diez años más tarde, valían ya, 100 millones de Euros.

Hace cuatro años, nuestro geólogo declaró que el descubrimiento valía un millar de Euros para el estado. El hombre que poseía este territorio, sobre el cual había sido construida últimamente la ciudad de Tutusville y donde se encuentran los valles de Pleasantville, había estudiando el tema desde el segundo día de la creación hasta la actualidad. Había estudiado todo lo necesario para tal propósito, por lo que vendió su terreno en 83.300
Euros.

Una vez más afirmo que es insensato.

Fuente:
Una mina de diamantes bajo sus pies
Por Russell H. Conwell

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