jueves, 15 de abril de 2010

Todos cometemos el mismo error

Estuve muy interesado en un artículo aparecido en el periódico a propósito de un joven que encontró una mina de diamantes en Carolina del Norte. Se trataba de los más puros diamantes nunca antes conocidos, incluso en otras minas de la misma región. Fui a ver un distinguido profesor de mineralogía y le pregunte de donde venían estos diamantes, en su opinión. El profesor sacó una carta de formaciones geológicas de nuestro continente y la
extendió. Afirmó que venían de nidos carboníferos subyacentes, susceptibles de suministrar tal producción, que se extienden hacia el Oeste en Ohio y en Mississippi, o incluso más probablemente hacia el Este, a través de Virginia y hasta las riveras del Atlántico. Es verdad que los diamantes se encuentran ahí, pues se los ha descubierto y vendido, y han sido transportados en el curso de cierto periodo, como provenientes de
algún lugar situado al norte.

Ahora bien, ¿quien, a parte de una persona que recorra Filadelfia con su perforadora, podría encontrar tales huellas? Amigos, ustedes no pueden afirmar que no se encuentran diamantes porque estos provienen sólo de los lugares mineros, los más rentables del mundo, donde ya están siendo explotadas.

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